¡Buenos días de domingo a todos! Hoy os queremos pasar una receta de ésas que hacen falta los días que se tiene antojo de algo puramente salado, que quite el hambre, que esté muuuuuuuuuy rico y que sea fácil. Es estupendo para los fines de semana, con una copita de vino y una peli.
A nosotros nos pirra la pasta, de todo tipo y casi de cualquier forma. Siempre tenemos en casa y cuando vemos en alguna tienda una que se sale de lo normal acaba en el carro sin dudarlo.
La salsa de paté la utilizamos no sólo para la pasta, también para la carne cambiando cada vez algún detalle. En esta ocasión la receta fue un aprovechamiento de un vasito (no era una lata sino un envase de tipo cristal con tapa a rosca) de paté que teníamos abierto.
250 gr. de capelletti,
un vasito de paté del que os guste,
un chorrito de leche*,
una ramita de orégano fresco,
sal,
aceite de oliva.
*Para los intolerantes a la lactosa o para los que quieren suprimir grasas extras: se puede cambiar la leche por un poco de agua de la cocción de la pasta.
PREPARACIÓN:
En un cazo hervimos la pasta en agua salada al gusto y con un pelín de aceite de oliva, siguiendo los minutos indicados por el fabricante. Nosotros solemos retirar la pasta un par de minutos antes de lo que se indica, la preferimos al dente.
Mientras, en un cuenco batimos el paté con un chorro generoso de leche, para que la salsa no quede muy espesa. Yo lo he hecho con una cucharilla y a golpe de antebrazo, es cómodo, no hace falta batidora y así se respeta la textura rugosa del paté.
Cuando la pasta esté escurriendo en el colador calentamos en una sartén antiadherente la salsa de paté con la ramita de orégano, la dejamos reducir un par de minutos. Retiramos la rama y adjuntamos la pasta, removemos para que la salsa penetre bien por todos los pliegues de los capelletti pero con cuidado de que no se rompan.
Y a disfrutar señores, que está de muerte.
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