Ya que el tiempo no acompaña NADA, nos hemos metido en la cocina para dar trabajo a nuestra flamante panificadora. Es la segunda vez que la utilizamos y como el estreno fue la receta dulce de brioche hoy hemos querido dar sentido a su nombre: ¡hemos hecho pan! Con un poco de trampa, dicho sea de paso.
Había leído que algunos blogueros culinarios habían usado la mezcla de harinas que vende Lidl, las hay de distintos tipos y me moría de ganas de probarlas. Son preparados que incluyen distintos tipos de harina, levadura, sal... en fin, que apenas hay que añadir agua y el pan sale sólo. La harina que hemos elegido en esta ocasión es una mezcla de trigo y centeno.
Si el primer día me quedé encantada con el funcionamiento de la panificadora hoy ha sido el remate, prometemos que nuestro trabajo se ha limitado a templar agua, pesar la harina y darle a un botón. Obviamente todo el mérito es para ella, hoy apenas hemos sido sus pinches de cocina.
En la cubeta hemos introducido los INGREDIENTES:
360 ml. de agua templada,
una cucharadita de aceite de oliva virgen
y 500 gr. del preparado de harinas que deben cubrir toda la superficie de agua.
Después hemos seleccionado el programa 1 de la SilverCrest destinado al horneado normal, y el nivel de tostado oscuro, resultado: IM-PRE-SIO-NAN-TE.
Muy esponjoso por dentro y crujiente la corteza, verdaderamente apetecible. El sabor es muy rico aunque distinto del casero de masa blanca que hemos hecho otras veces.
Hemos sentido una satisfacción enorme cuando ya lo hemos visto fuera de la cubeta, tan tierno. ¡Qué felices nos ha hecho este pan! Jijiji... Ya lo hemos catado :) Con un aceite de oliva buenísimo que Tano aromatizó hace semanas con orégano seco de nuestro jardín. Mañana saldrán de él nuestras tostadas, si es que nos encantan los desayunos de fin de semana.
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