miércoles, 6 de abril de 2011

Bizcocho de la salud y la suerte

Hace dos semanas una amiga de mi madre le llevó para mí un vasito con masa para hacer un bizcocho y un papel en el que se explicaba cómo hacerlo. Según voy leyendo descubro que es algo que ya había oído en otras ocasiones, la receta de un bizcocho conocido como el de las carmelitas descalzas de Sevilla, cuyo fin es pasar en cadena la masa madre y regalar salud y suerte en forma de dulce. No sé si es cierto que viene del convento o no, lo que sí es verdad es que recibir un gesto y después poder generarlo tú es un hecho tierno y amable que no hay que dejar pasar en los días que vivimos.
Yo agradecí sinceramente el regalo y, cuando me ha tocado a mí lo he regalado con cariño y el deseo real de que un bizcocho simbolice salud, amistad, amor, trabajo...
Para prepararlo hacen falta diez días en los que hay que trabajar la masa, tratarla con mimo y con cariño para que, según las indicaciones, sea eficaz. También es necesario manipularla según costumbres antiguas, sin utensilios eléctricos, o sea, sin batidora ni frigorífico. Todo se hará con un cuenco, una cuchara y nuestras manitas.
El inconveniente es que os voy a pasar una receta que no podréis hacer porque es indispensable la masa madre inicial, aunque si queréis hacer una trampita os informo que buscando por Internet podéis encontrar los ingredientes de la masa base. No os los paso porque os develo el truco y le quito encanto al proceso. Bueno, empiezo con nuestra experiencia, ¡ahí va eso!

Cuando tuve el vasito en casa leí que las monjitas aconsejaban empezar la preparación un jueves para que el bizcocho estuviera listo para el sábado de la semana siguiente. Me imagino que no será problema que se empiece cualquier otro día, de hecho yo lo empecé un viernes para terminar en domingo. Voy a describirlo todo día a día:
Día 1: el contenido del vaso se vuelca en un cuenco y se agregan un vaso de harina y otro de azúcar. No se mezcla.


Día 2: se mezcla con una cuchara, yo he usado una de madera.


Día 3: no se toca.
Día 4: no se toca.
Día 5: se agregan un vaso de harina, otro de leche y otro de azúcar. No se mezcla.
Día 6: se mezcla lo anterior con la cuchara.
Día 7: no se toca.
Día 8: no se toca.
Día 9: no se toca.
Día 10: la masa resultante que tenemos en el cuenco la dividimos en 4 partes, 3 serán las que regalemos y con la cuarta elaboramos nuestro bizcochito. En esta ocasión en lugar de ser los dos aprendices de repostero de siempre hemos sido cuatro, mis abuelos han ayudado moviendo, cortando y probando, claro. Jajaja.

RECETA DEL BIZCOCHO.
A nuestra masa le añadiremos lo siguiente:
2 vasos de harina,
1 vaso o medio de azúcar, según gustos personales (le pusimos medio porque a mi abuelito no le viene muy bien que digamos),
1 vaso de aceite de girasol (también le pusimos un poco menos),
1 vaso de leche (yo usé semidesnatada desde el principio),
2 huevos,
1 sobre de levadura,
pizca de canela,
pizca de vainilla,
1 vaso de nueces picadas,
media manzana que tenía mi abuela en la nevera, bien picadita.
Mezclamos todo bien con la ayuda de una cuchara y colocamos en un molde bien engrasado, nosotros usamos uno tipo plum cake.



Lo horneamos a 180º unos 40 ó 45 minutos. En lugar de manzana y nueces podéis incorporar los ingredientes que más os gusten, pepitas de chocolate, pasas, frutos rojos,etc.
Siento no poder incluir fotos del corte del bizcocho porque... ¡No me dió tiempo! Mis abuelos y mi primo que apareció se lo comieron cuando ni siquiera se había enfriado, no aguantaron a que lo decorara siquiera. Mmmmm... Es riquísimo, húmedo y sabroso.


Ojalá llegue un poco de masa madre a vuestras manos y podáis hacer esta receta, desde aquí nosotros os deseamos la misma salud y suerte que a los que dimos nuestros vasitos.

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